jueves, 24 de diciembre de 2009

¡SOCORRO! ¡QUIERO ESCAPAR DE MI RED SOCIAL!

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La letra pequeña de la comunidad on-line

(XL SEMANAL) .- Compartimos nuestras fotos, los amigos, nuestras inquietudes. ¿Pero está segura toda esa información? ¿Podemos darnos de baja? Al entrar en una red social, aceptamos ciertas condiciones con letra pequeña que podrían volverse en nuestra contra.

A sus 27 años, Magnus W. Leijel trabaja en la oficina de patentes de Estocolmo. Pero no es su actividad laboral la que le ha deparado los cerca de 33.000 ‘amigos’ o seguidores que atesora en la red social Facebook, sino un grupo de nombre explícito que formó en ella: Cómo borrar tu cuenta de Facebook para siempre. «Me resultaba molesto que Facebook guardara tu información sin una aprobación explícita por tu parte», nos explica. «Creo, además, que la mayor parte de los usuarios no son conscientes de esto –o no lo eran, al menos–.» Aunque sostiene que la política de la red social ha mejorado –en parte gracias a acciones como la suya–, afirma que «nunca sabremos a ciencia cierta qué ocurre con nuestros datos personales. Al entrar en Facebook, tenemos que confiar en ellos. ¿Merecen nuestra confianza? Eso es algo que cada uno tiene que decidir».

Hasta noviembre de este año, 350 millones de usuarios le han otorgado esa confianza a la red social; la cifra es imponente, más aun teniendo en cuenta que en enero eran ‘sólo’ 150 millones. Sin embargo, muy pocos se detienen en las condiciones de servicio que, necesariamente, hay que aceptar para formar parte de esta y otras redes sociales, como Twitter, MySpace o Tuenti. Escritas en un farragoso lenguaje jurídico, esconden algunas ‘perlas’ que casi todos los internautas ignoran. Allí se puede leer, por ejemplo, que, al registrarse como usuario, «nos concedes una licencia no exclusiva, transferible [...], sin royalties, aplicable globalmente, para utilizar cualquier contenido que publiques en Facebook». En otras palabras: los 2.000 millones de fotos que se suben mensualmente a la plataforma o los 14 millones de vídeos que los usuarios comparten con sus `amigos´ quedan a merced de la compañía. Esto les confiere derecho, por ejemplo, a compartir las fotos con terceros o a utilizarlas con fines publicitarios, aunque sin asociarlas a ningún perfil o nombre propio concreto. La buena noticia es que, al menos, han renunciado a otorgarse ese derecho ad eternum; algo que intentaron hace algunos meses. A comienzos de este año, la compañía añadió una cláusula a sus condiciones en la que matizaban que recibían esos derechos a perpetuidad. Es decir, que aunque el internauta se diera de baja en el servicio, el material seguía en poder de la red social. Cosa que, por cierto, sí puede leerse en las condiciones de uso de ciertos productos Google, como Picasa o Google Docs. «Al remitir, publicar o mostrar contenidos, usted otorgará a Google una licencia perpetua, irrevocable, mundial, exenta de royalties y no exclusiva para reproducir, adaptar, modificar, traducir, publicar y distribuir los contenidos», dice el punto 11.1 de sus términos de uso. El siguiente añade: «Esta licencia incluye el derecho de Google a ofrecer contenidos a otras compañías, organizaciones o personas». Twitter, por su parte, explica en el apartado referente a su política de privacidad que puede utilizar los datos que recoge sobre el usuario para labores de marketing «sobre nuestros servicios, pero no limitadas a ellos». Estos datos incluyen todo lo necesario para inscribirse en la red, incluyendo el número de teléfono móvil si se desea acceder al servicio desde el celular. Unas líneas más abajo se puede leer que, «cada vez que visitas nuestro site, nuestros servidores guardan automáticamente información como tu dirección IP, el tipo de navegador, las páginas web que visitas, los términos de búsqueda que has realizado y cualquier anuncio en el que hayas hecho clic».

Inicialmente, el intento de Facebook de aplicarse una licencia perpetua pasó inadvertido. Pero la página web Consumerist.com hizo saltar las alarmas. Fue tal el revuelo que causó la noticia, con miles de usuarios tratando de darse de baja o enviando consultas a los responsables de la red, que éstos se vieron obligados a recular. Tras un primer anuncio hecho por el propio Mark Zuckerberg, fundador del site, de que renovarían sus condiciones de uso, el nuevo texto llegó, por fin, a comienzos de diciembre. Para mejorar el control de los usuarios sobre sus datos, añaden nuevas categorías que se refieren a quién podrá ver las actualizaciones: sólo las amistades, los amigos de los amigos o todos. Así, por ejemplo, podemos compartir cierta información determinada con los amigos, pero no con compañeros de trabajo. La iniciativa surge en un momento importante para el sector, cuando Google y Microsoft están en negociaciones para incorporar a sus buscadores el contenido generado por los usuarios en sus páginas sociales.Tal como recuerda Lorena Fernández, impulsora del uso de las TIC y la web 2.0 en la docencia en la Universidad de Deusto y autora de un reconocido blog (blog.loretahur.net): «Las redes son servicios gratuitos, pero tienen una contraprestación: los datos de los usuarios. La clave está en conocer las reglas del juego». Pese a todo, ella no cree que las redes vayan a hacer un uso abusivo, «incluso aunque se lo permitan sus condiciones». ¿Por qué? «Sin los usuarios no se sostienen, y ellos lo saben.»

Quizá por eso hayan puesto tantas trabas en el pasado para permitir a los usuarios darse de baja. Ha habido casos paradigmáticos, como el del periodista William Bemister, fallecido a finales de 2008. Cuando su hermana trató de retirar su perfil en Facebook, le denegaron el permiso. Sólo lo consiguió tras hacer público el conflicto. Pero el problema de fondo es más profundo. Una vez que nos damos de baja, ¿desaparecen realmente todos nuestros datos? La respuesta es sencilla: no. Aunque el usuario elimine su perfil en la red social, todas las fotos, vídeos o comentarios que ha compartido con sus contactos siguen presentes en sus páginas. Un estudio de la Universidad de Cambridge demostró que la mayoría de las redes suspenden en este sentido. Colgaron una foto en 16 sitios –como Facebook, Flickr, hi5, Picasa o MySpace– y después se dieron de baja y comprobaron cuánto tardaban en desaparecer sus datos. Sólo Flickr lo hizo en el acto. Muchos tardaron horas o días o semanas. Joseph Bonneau, uno de los autores del estudio, explica que «si tardan más de unas horas en retirar las fotos, lo más probable es que ya no lo hagan; simplemente esperan a que desaparezcan de la memoria caché de los servidores».

Otro problema ha surgido con las aplicaciones de las redes sociales. Aquellos que estén familiarizados con Facebook conocerán, sin duda, las célebres galletas de la fortuna: breves mensajes que auguran buena o mala suerte. El problema es que estas aplicaciones, creadas por terceros, escapan al control de los responsables de la página. Así que es responsabilidad del usuario leerse los términos que rigen estas galletas de la fortuna y similares. Más letra pequeña para desenmarañar. «Son peligrosísimas», explica el abogado Pablo Burgueño, especializado en derecho tecnológico y fundador del despacho Abanlex Abogados. «Te dicen que crees tu propia mascota o tu árbol genealógico, pero en realidad están tratando de conseguir datos: nombre, edad, gustos... Mientras sus creadores permanecen anónimos. Es muy difícil controlarlo.»

Hay un problema añadido: la legislación que rige cualquier conflicto que pueda surgir entre el usuario y las redes sociales es la del país donde éstas tengan su sede. Es decir, que, en caso de llegar a los tribunales, será un jurado en California, por ejemplo, quien deba dictar sentencia. «El problema es que la legislación estadounidense es bastante más generosa con las compañías, por decirlo de una manera suave», afirma Ícaro Moyano, director de comunicación de Tuenti y uno de los grandes expertos en el ramo de España. Tuenti es una compañía española y, como tal, se rige por los criterios estatales. «La legislación española es mucho más garantista para el usuario», explica y añade que, poco a poco, éste se va volviendo más exigente. Ellos han pactado sus cláusulas con la Agencia Española de Protección de Datos, un organismo cuya labor ha sido alabada por todos los entrevistados para este reportaje. Entre otras cosas, desde Tuenti se han comprometido a escribir sus bases legales en un perfil comprensible por los usuarios –poco doctos en materia de derecho, generalmente– y a que el proceso de baja sea sencillo y rápido, en sólo tres clics de ratón. Con todo, quizá por ese usuario más exigente, quizá por unas autoridades más concienciadas, algunas cosas podrían cambiar. El pasado mes de julio los responsables de Facebook se reunían con Artemi Rallo, el director de la Agencia Española de Protección de Datos, para pactar un nuevo sistema que mejorará la privacidad y el control de la información por parte de los usuarios. Algún día todos tomarán nota. Mientras llega, y también después, la solución es leerse con detalle la letra pequeña.

Daniel Méndez

1 comentario:

  1. Hola Daniel:

    Soy el abogado Pablo Burgueño, al que citas en tu artículo. Te ruego que no me atribuyas palabras que nunca he dicho, y menos en «forma de cita».

    Te agradecería que editaras el artículo eliminando esas referencias o poniendo en su lugar palabras que de verdad haya dicho o escrito.

    Un saludo,

    Pablo F. Burgueño

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