Hace unos días escribía en mi cuenta de Twitter el siguiente mensaje: “cuando se atiza un fuego, uno ha de saber de dónde viene el viento si no quiere terminar abrasado por las llamas”. Me sorprendía la irresponsable euforia con la que algunos creadores de opinión, de notable influencia en las redes sociales, acogían la acampada de la Puerta del Sol y cómo daban aire por la misma vía -de alcance universal a través de los ya famosos trending topics- a cualquier información que sirviera para dar dimensión nacional e internacional al asunto, magnificando su dimensión y efecto. Acababa, además, de escuchar cómo un ex presidente del gobierno, Felipe González, situaba en un mismo plano la situación madrileña con las revueltas árabes, haciendo una identificación de causas que, a los desconocedores de la realidad española, podía conducir a una equiparación de consecuencias con todo lo que eso supone. Y veía, sintiendo vergüenza ajena, cómo políticos sueltos y arribistas de todo pelaje hacían suya la protesta, dando de carta de validez de este modo a las variopintas reivindicaciones de los manifestantes. Jesús. Hasta ahora me había resistido comentar sobre este particular, pero me preocupa la decisión de su continuidad en el tiempo. Y de qué manera.
Vaya por delante que no soy sospechoso de nada. De hecho ya en marzo de 2010 escribí uno de los posts de los que personalmente me siento más orgulloso y al que he hecho referencia en múltiples ocasiones: “Españoles, rebelión o hundimiento, ustedes eligen” donde afirmaba: “la decadencia de nuestras instituciones es de tal calibre, la defensa de la partitocracia por parte de las principales fuerzas políticas tan vomitiva, el alejamiento de los problemas reales de los ciudadanos tan sangrante, la amenaza que suponen para nuestro bienestar tan real que estamos llamados a levantar las armas de la sociedad civil de una vez y para siempre. O regeneramos esto, o nos revolcaremos en las cloacas de unas instituciones podridas durante mucho tiempo. Ustedes eligen (…) Es una cuestión de actitud, de conciencia, de perseverancia. De involucrar la libertad, la voluntad, el entendimiento y la experiencia. La figura del héroe ha muerto, recuperémosla cada uno en nuestros ámbitos de actuación. Contamos con una gran ventaja. El mundo es más viral que nunca y nunca el poder ha estado tan expuesto a la acción ciudadana como hoy. ¿A qué esperamos?” Pólvora y mecha a la espera de una llama que las encendiera.
Sin embargo, es la plasmación concreta del ideal que tan premonitoria entrada recogía lo que me preocupa; la estética de la rebelión. Se ha apelado al romanticismo de la calle sin caer en la cuenta, o cayendo en ella, de que España está en el ojo del huracán, que son muchas las miradas alrededor del globo que están pendientes del devenir de un país al que han vinculado la supervivencia de la propia Unión Europea y que, por tanto,cualquier evento de inestabilidad social a añadir a la financiera y económica, puede ser letal para nuestro interés colectivo como nación. Una sociedad que vive de prestado como la española necesita generar confianza en el exterior para mantener el flujo financiero externo en tanto corrige sus desequilibrios. Y evidentemente esto no ayuda. Si el atrezzose ha hecho de modo consciente con objeto de meter presión adicional sobre el ejecutivo, que no parece que sea el caso, malo; si no se ha tenido en cuenta dicha derivada, peor. En la medida en que se magnifique de cara afuera la acción de la calle, cuidado. Este movimiento, siendo justificable y loable en su origen, puede causar más daño que el bien que persigue. Y perjudicar, sobre todo, a aquellos a los que dice defender.
Se ha acuñado el hashtag #spanishrevolution para definir las movilizaciones. Toda una declaración de intenciones que dentro encanta y fuera espanta. Es lo que tienen las leyendas. Cuando, además, los analistas locales y extranjeros se dan un garbeo por las propuestas concretas que propugna Democracia Real ya, algunas muy loables y otras absolutamente suicidas para un país en la coyuntura del nuestro, a más de uno le tiemblan las canillas. De hecho, la prima de riesgo país, acontecimientos de Grecia aparte, está ya reflejando dicha preocupación. Y si nos cortan el grifo, ya saben: ayuda internacional, plan adicional de austeridad, recortes del estado del bienestar, más miseria especialmente para la mayor conquista económica española de la segunda mitad del siglo XX: una abundante y pudiente clase media. No quiero ser aguafiestas pero es momento de reconducir el movimiento a la Red, de donde nunca debió salir. De pasar, de nuevo, de la reivindicación teórica a la propuesta real, de la protesta colectiva a la denuncia efectiva. Romper el sistema desde dentro con las herramientas que el mismo ofrece. Iniciativas legislativas, presión a los partidos, difusión de sus paradojas, voto selectivo y así sucesivamente. Que el hartazgo no nos ciegue. Lo peor que podría ocurrir es que sea la Acampada Sol la que empuje a España al abismo al que lleva tiempo asomada. Y entonces, se lo aseguro, el perfil de la calle será muy distinto al que ahora presenta. Buena semana a todos.
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